Fernando Areán, el carasucia de Boedo

Por Víctor Gabriel Pradel


Fernando José Areán nació el 16 de febrero de 1942 en Zuviría y Avenida La Plata, a 7 cuadras del Gasómetro. Jugaba en los potreros de Parque Avellaneda cuando alguien lo descubrió y lo llevó a las inferiores de Boca, donde jugó de marcador de punta.

En 1963 llegó a San Lorenzo. Ya ubicado como delantero, se destacó en una excelente tercera que ganó brillantemente el torneo de su categoría. La gente iba temprano para ver a esos pibes que la rompían. En ese equipo Areán compartió delantera con Narciso Doval y Victorio Casa. Después pasó a la reserva y debutó en primera en el Gasómetro, el 26 de julio de 1964. El DT era José Barreiro, que en la ofensiva volvió a juntar al tridente juvenil de la tercera campeona.

Aquella tarde de su presentación, mostró sus credenciales. Se ubicó como centrodelantero pero tirándose atrás, convirtiéndose en el verdadero armador del equipo. Se desmarcaba moviéndose a los laterales, tocando de primera, abriendo el juego a los punteros. San Lorenzo goleó 4-0 a Argentinos Juniors y el Nano tuvo una actuación consagratoria: jugó, hizo jugar y además marcó un golazo.

Un par de fechas después, Barreiro tuvo la brillante visión de juntarlo con Héctor Rodolfo Veira. Desde el primer momento se entendieron a la perfección. Era la suma de los talentos complementarios: Veira con su exquisita técnica y Areán con su potente arranque, siempre tocando, siempre buscándose, siempre acompañándose. Los jóvenes cracks hablaban el mismo idioma futbolístico: habían nacido los míticos “Carasucias”.

Con un ofensivo esquema de 4-2-4, apuntalados desde el fondo por la enorme jerarquía del Tucumano Albrecht y desde el medio por la calidad de la Oveja Telch, los cuatro atrevidos pibes de adelante brillaban cada uno con luz propia. El Loco Doval, el Nano Areán, el Bambino Veira y el Manco Casa brindaban una sinfonía de toques, paredes, lujos, pisadas, caños y gambetas.

En 1965 se incorporó otro fenómeno, Toscano Rendo. La prensa deportiva preanunciaba que el terceto Rendo, Areán y Veira era la reencarnación de Farro, Pontoni y Martino. No pudo ser por diversas razones: cambios de técnicos, una inoportuna lesión del Bambino, el lamentable incidente que terminó con la amputación del brazo de Casa, etc. No salieron campeones, pero ni falta que les hizo: su fútbol maravilloso quedó grabado para siempre en la memoria popular.

Mirá también: Fútbol y solidaridad: el “Polo” Quinteros, el jugador que rompió la burbuja

Fernando José Areán se definió sintéticamente a sí mismo como un jugador “capaz, inteligente para manejar el partido. «Una virtud mía era dar bien el pase. Te ponía la pelota exacta, frente al arco y con ventaja. Si era zurdo mi pase iba a la pierna izquierda. Como corresponde”, dijo. Muchos de esos pases fueron al notable pie zurdo de Veira, máximo goleador del Torneo 1964, con sólo 18 años.

El periodista de la Revista “El Ciclón”, Naum Zalcman, en aquel 1964, el año de su explosión, fue más generoso y se explayó sobre las condiciones de Areán: “Es un jugador de lujo, pero sencillo. Juega un fútbol simple, hermoso, talentoso, con ingenio. Fácil porque busca siempre lo menos complicado y difícil porque tanta sencillez es poco común. Es el que baja a destaparse, la recibe, levanta la cabeza, toca y vuelve a buscar ubicación para recibirla. No se queda, no se para, toca y va…toca y va. Cuando llega define”.

El Nano jugó 45 partidos con la camiseta de San Lorenzo y convirtió 10 goles. En 1966 pasó a Banfield. Después emigró a Colombia, donde actuó con gran suceso en Millonarios. Luego jugó en América de Cali y Cúcuta. Terminó su carrera como futbolista en Comunicaciones, en 1973.

En 1981 volvió a juntarse con su compadre futbolístico, Héctor Veira. No para tirar paredes sobre el verde césped: para acompañarlo detrás de la línea de cal. Fue el ayudante de campo en la primera experiencia del Bambino como director técnico, en Banfield.

Dos años después volvieron juntos a Boedo, al club que los vio crecer. Veira armó el extraordinario e hiper ofensivo San Lorenzo sub campeón del Metro 1983 y semifinalista del Nacional ’84. Otro equipo que no tuvo la fortuna de salir campeón, pero aun así es inolvidable para quienes tuvimos la fortuna de disfrutarlo. El Nano continuó en su rol de ayudante y entrenador de la reserva.

En septiembre de 1984 Veira asumió como técnico de River. Logró lo que nadie pudo igualar en el club de Nuñez: en menos de dos años lo sacó campeón del torneo local, de la Copa Libertadores (por primera vez) y de la Copa Intercontinental (por única vez); Areán fue su colaborador en ese exitoso proceso. Y en 1990 el Nano inició su carrera como entrenador en solitario, dirigiendo a Argentinos Juniors.

Mirá también: Edgardo Bauza, el hombre que me enseñó a creer

En 1991 regresó a su casa, San Lorenzo de Almagro. Debutó el 24 de marzo, en la quinta fecha del Torneo Clausura, ganándole a Unión, en Santa Fe, 2 a 1. Desde el comienzo de su ciclo, se notó su influencia en la conducción. Con un estilo tremendamente motivador, transmitió al equipo un espíritu combativo, con el temperamento de hombres como Zandoná, Matosas y Carrizo más el talento de Leo Rodríguez (la figura consular de ese campeonato) y el Totó García. El Ciclón finalizó sub campeón, detrás de Boca, con quién empató en un partido decisivo con un escandaloso arbitraje de Juan Carlos Loustau, que le robó alevosamente la victoria al equipo azulgrana al anularle dos goles perfectamente lícitos.

Pero en la Liguilla Pre Libertadores se hizo justicia: San Lorenzo eliminó consecutivamente a Independiente y a River, para luego vencer en la final al promocionado Boca de Latorre y Batistuta, tras ganarle ambos partidos con total justicia, en Vélez (gol de Carrizo de penal) y en la cancha de Boca con el recordadísimo y festejado gol del Yaya Rossi.

Así San Lorenzo se clasificó para la Copa Libertadores 1992. Con los ansiados regresos de Pipo Gorosito y el Beto Acosta, sumados a los que ya estaban como la Chancha Rinaldi, el Bocha Ponce, el gran arquero paraguayo Rubén Ruiz Díaz, el Topo Riquelme y todos los demás, se armó un equipo para ganar el máximo certamen internacional. Arrancó a todo trapo, con una goleada histórica, 6-0 a al Newell’s de Bielsa en Rosario y dos triunfos más contra Colo Colo y Coquimbo de Chile, con una multitud de cuervos reventando la cancha de Vélez. Pero después todo se desmoronó.

El equipo inexplicablemente se vino abajo. Una serie de malos resultados posteriores precipitó la decisión de Fernando Miele de rescindir el contrato de Areán, a pesar de haber clasificado para los octavos de final. Fue reemplazado por Tito Carotti, otro ex Carasucia. San Lorenzo finalmente quedó eliminado en cuartos, tras perder con el mismo Newell’s al que había goleado en la primera fecha. Ese equipo leproso después cayó en la final. El Ciclón pudo tranquilamente haber llegado a esa misma instancia.

El Nano dirigió 55 partidos. Entre ellos 16 clásicos. Y solo perdió 1 (contra Boca, poniendo un equipo de suplentes). Logró el 51.52% de efectividad.

Después dirigió a Belgrano, Español, Talleres, Chaco For Ever y Olimpo. Retirado de la dirección técnica, se dedicó a dar clases sobre táctica y estrategia en escuelas de periodismo deportivo. En 2010 regresó a San Lorenzo, durante la administración de Carlos Abdo, para trabajar en las inferiores. Tras la renuncia de Diego Simeone como DT hubo un interinato de 7 partidos del Gallego Méndez, que no tenía el título habilitante. El Nano cumplió el rol de asesor técnico durante ese breve período. Después fue designado “cazador de talentos”.

En el marco de esa función, viajó a Mendoza. El domingo 3 de julio de 2011 estaba en el Aeropuerto de esa provincia, dispuesto a regresar a Buenos Aires cuando sufrió un aneurisma estomacal. Lo atendieron pero no pudo resistir. La muerte lo sorprendió cuando estaba buscando jóvenes cracks en el interior del país para incorporarlos a su San Lorenzo querido.

Solo dos días después, el 5 de julio de 2011, una multitud de 40.000 cuervos copó las calles adyacentes a la Legislatura porteña reclamando por la Vuelta a Boedo. Varios glorias participaron subieron al escenario en esa helada noche de corazones calientes: Sanfilippo, Veira, Scotta, Villar, Rendo, Cocco. En su carácter de presidente de San Lorenzo, Abdo cerró el emotivo acto. Junto a él se encontraba el hijo de Areán. La gente coreó el nombre del Nano. Fue un acto de justicia…


Mirá también: Cuando San Lorenzo le metió 10 goles a la Selección de Portugal

11 comentarios

Deja un comentario