La otra campana, con Jonathan Bottinelli: “Hago un montón de autocrítica, pero esta es mi verdad”

Por Federico Giannetti.

Jonathan Bottinelli llegó a San Lorenzo con 13 años y pasó gran parte de su vida en el club, en el que debutó en el 2002 bajo el mando de Rubén Darío Insúa, cuando la Copa Sudamericana llegó a las vitrinas de Boedo. Con el paso del tiempo, el defensor se asentó en la zaga y, con convocatorias a las Selecciones juveniles y a la mayor incluidas, el zurdo dejó de ser una promesa y se convirtió en una realidad que volvió a celebrar en 2007, esta vez la conquista del Clausura de la mano de Ramón Díaz.

No obstante, su breve paso por la Sampdoria de Italia y su regreso al “Ciclón” para una segunda etapa con la camiseta azulgrana, sellaron un antes y un después en la relación entre el marcador central y la gente. En medio de una serie de conflictos que abarcó una inhibición por la deuda que se mantenía con el plantel, además de las promesas dirigenciales incumplidas, un encontronazo con la barra brava y chispazos con Pablo Migliore, Bottinelli terminó su ciclo de forma abrupta después de que se concretara la ansiada permanencia en Primera División. Pasó a River y una serie de declaraciones acrecentó la tensión con los cuervos, que se expresaron en su contra en su vuelta al Nuevo Gasómetro con el elenco de Núñez, en un recibimiento que, según el propio futbolista, “estuvo orquestado” desde adentro de la institución.

En diálogo con Proyecto Boedo, en la sección “La otra campana”, el actual jugador de Arsenal de Sarandí se refirió a todos los hechos sin esquivar ninguna pregunta y relató su versión de la historia, con una fuerte autocrítica pero también derribando algunos de los mitos que lo acompañaron durante el último tiempo. A 19 años de su debut en San Lorenzo, el marcador central rompió el silencio.

Tuviste una salida sumamente conflictiva de San Lorenzo, ¿Qué sentís hoy por el club?

Yo siento mucho amor por San Lorenzo, aprendí una gran cantidad de cosas, desde disciplina a sentido de pertenencia. Por San Lorenzo hay un sentimiento muy grande, tanto mío como de mi familia. Pasamos mucho tiempo dentro del club, desde mis 13 años y los 11 de mis hermanos, arrancamos nuestra vida futbolística y fueron muchos años vividos, con cosas hermosas y otras no tanto. Así es la vida, pero tengo el mayor cariño y los mejores recuerdos. Mi grupo de amigos es la categoría 84 del club… Me dio todo, es casi el 80% de mi carrera.

Tu paso por el club se puede dividir en dos etapas muy claras, desde todo tu trayecto por Juveniles hasta tu partida a la Sampdoria y desde tu vuelta hasta que te vas a River, ¿Por qué fueron tan diferentes entre sí?

No sé si fueron tan diferentes, en la primera estuvo el debut, dos títulos, Selecciones juveniles y deportivamente fue más alegre. En la segunda parte, creo yo con mejores equipos porque desde la Copa Libertadores de Miguel Ángel Russo hasta que peleamos el descenso fueron grandísimos planteles,  nos costaba tener una sucesión de triunfos para poder pelear de lleno un campeonato, pero fue buena también. Cuando yo vuelvo en la segunda etapa, vuelvo como un jugador más grande, como un referente, y en base a eso tenés un montón de responsabilidades que no tenías antes, es una cuestión generacional que no la elige uno.

Eso es interesante para llegar al primero de los conflictos, a raíz de la inhibición, ¿Qué te llevó a tomar esa decisión?

Siempre está mal visto, se cree que porque uno tiene sentimientos hacia el club, va a dejar pasar un montón de cosas que son faltas de respeto. No es el hecho de no cobrar, es que te mientan una y otra vez cuando vos tenés que comunicar a tus compañeros. No es algo unipersonal, estás en un grupo y tenés que responderles, pero siempre pagan los platos rotos los más grandes. Yo por mis compañeros, como he demostrado dentro y fuera de la cancha, voy a la guerra. Un recurso que teníamos nosotros era inhibir para poder cobrar, muchos clubes no hacen público este tema porque son ellos los que están en falta, que el empleador le deba al empleado está mal visto en todos lados menos en el fútbol, donde pasás de víctima a victimario. No está bueno y a veces uno tiene que ir al frente, quedan esas secuelas y esos enojos en la gente que no lo interpreta de la misma manera.

Muchas veces los cuestionamientos nacen a raíz de que en el imaginario social, todos los futbolistas son millonarios.

En Argentina, eso no es tan así. Los jugadores tienen un buen pasar, sí, pero también hay que tener en cuenta que la carrera es muy corta y quizás tienen  que ganar una cierta cantidad de plata en ese tiempo para después vivir el resto de la vida que le sigue. Uno tiene una familia y no siempre se puede entablar una carrera paralela, hay mucho trabajo silencioso que no siempre se ve, no son sólo las cuatro horas de la mañana. Más en San Lorenzo, la ropa la llevás las 24 horas cuando sos un profesional, eso lo aprendí en el club, me lo enseñaron los jugadores más grandes. Pero se llega a la inhibición después de muchas promesas incumplidas, no fue por una o dos charlitas y un enojo porque me debían un mes a mí y a los muchachos. Se debía mucho dinero y era bastante el tiempo que había transcurrido, con una gran cantidad de mentiras.

¿Qué pasó en el 2011 después del partido con Arsenal, en la famosa pelea con la barra/Migliore?

Yo con Pablo no llegué a pelearme porque me mataba, es un animal. Teníamos y tenemos muy buena relación más allá del altercado que tuvimos ese día, que fue más calentura que otra cosa. No venía bien la situación con el tema del descenso, estábamos todos perturbados. Fue un día de discusión, que vino la barra a pedir explicaciones, se armó una trifulca con nosotros y yo la ligué. Hoy son anécdotas y está bueno recordarlas para aprender y no volver a vivirlas, porque es algo que no quisiera que viva nadie. Primero pelear el descenso con San Lorenzo, que no estábamos acostumbrados a eso, y después los problemas que suceden en todos los clubes. San Lorenzo no estaba exento a eso y la tuvimos que bancar.

¿Cómo fue el día después?

Los dos o tres días siguientes no fui al club porque justo agarró fin de semana, pero la decisión que tomé con mi familia fue de volver, terminar el contrato y no irme del lugar donde yo había nacido y al que tanto quería. Terminamos el contrato, tuve una charla con Marcelo Tinelli, que me dijo que esas cosas no iban a volver a pasar, pero después no seguí vinculado a San Lorenzo porque no nos pusimos de acuerdo.

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Muchos te acusaron de “borrarte” durante la pelea del descenso, ¿Qué respondés a esas acusaciones?

Sí, las escuché pero me río, el que me conoce sabe cómo he jugado y entrenado, de qué manera me preparaba para todo eso. Tuve dos lesiones, para mí la cabeza me jugaba en contra porque la verdad que había mucha presión por que no pasara lo que todos estaban esperando, había mucha gente deseando que San Lorenzo descienda como cuando pasó lo de River y lo de Independiente. Había que jugarse la vida cada partido y era duro, uno quería entrenar más y ahí la cagaba, el cuerpo necesitaba descansar y la cabeza decía no. Pero siempre me lesioné dentro de la cancha, no hay ninguna suspicacia ni nada. Me podría haber ido un año antes cuando Simeone me quería llevar a Racing, pero yo decidí quedarme. Eso sí hubiera sido borrarme.

¿Por qué nunca saliste a desmentir esos rumores?

Yo siempre decía que si salía, la noticia no terminaba nunca porque al otro día salía otro, después tenía que volver a salir yo. Era como el cuento de la buena pipa y quería que se hable de lo deportivo y no de lo extrafutbolístico. Seguramente me he equivocado en callar muchas cosas, pero nadie puede decir nada respecto a mí porque siempre di todo en beneficio del club.

Después te fuiste a River y tuviste declaraciones que despertaron un enojo mucho mayor en el hincha de San Lorenzo, pero vos dijiste que fueron sacadas de contexto…

Sí, lo que fue sacado de contexto fue la charla, que fue con un ex compañero que también había estado en las dos instituciones (Claudio Husaín), pero ni él ni yo tuvimos una mala intención. La frase utilizada, de que River era más grande que San Lorenzo, yo la entendí de una manera y fue tomada de otra, de una forma morbosa y destructiva. Yo me refería a la infraestructura, que River tenía una universidad, un colegio, funcionaba una oficina de un banco en el mismo predio, un jardín de infantes y hasta estaban todas las disciplinas del club, algo que era diferente a lo que uno vivía en San Lorenzo. Pero bueno, di lugar a que se interprete distinto, de una manera dañina para conmigo y para el club. Quizás otros han sacado provecho de eso, pero fue sin mala intención. Nosotros, y hablo en plural porque mi familia es de San Lorenzo, nunca renegamos por nada, ni cuando no teníamos agua o nos cambiamos debajo de un árbol. Siempre fuimos felices de estar en el lugar que nos dio la posibilidad de cumplir nuestros sueños.

Más de una vez dijiste que te hicieron quedar como el malo, ¿hacés alguna autrocrítica?

Tampoco me voy a poner en el lugar de víctima. Hago un montón de autocrítica, siempre digo que he tomado más malas decisiones que buenas, uno a veces es tan pasional que no hace las cosas racionalmente. Con el diario del lunes, no me hubiese ido de San Lorenzo en el 2013, no hubiese dicho algunas declaraciones, no tendría que haber tenido exposición mediática al irme, porque cada vez que me buscaban, estaba. Hoy, más grande, digo qué boludo fui, pero ya está, no hay vuelta atrás. Lo único que queda es reconocer los errores, que los hubo, pero tampoco fueron tan graves como para condenarme. No hago esta nota para que me tomen como una víctima o para pedir el perdón de nadie, es mi versión y mi verdad, cada uno verá en qué cree.

Alguna vez dijiste que tu recibimiento cuando volviste al NG estuvo preparado, ¿a qué te referías?

Uno sabe cómo son las cosas y hay gente dentro del club que me quiere, que me llamaba y me advertía lo que iba a suceder. No me sorprendió, todo lo que fue pasando se fue magnificando, yo nunca me defendí y era normal que pasara eso. Pero he ido esa vez y después otras dos más, y cada vez fue menos, por eso puedo decir que fue más orquestado para ese momento que el pensamiento en sí de todos los hinchas de San Lorenzo. He visto irse mal del club al “Chino” Saja, Orión, Rivero, Adrián González, años después a Buffarini, siempre fueron pasando situaciones así.

¿Y por qué creés que tantos se van mal?

No sé, habría que hacer un análisis. A veces son momentos del fútbol, que quizás no te quiere el entrenador…

Pero también en muchos casos se entremezcla con la plata…

Sí, siempre interponen la plata. El poner el dinero en el medio hace que ya el enfoque sea otro, porque si vamos a las estadísticas de los que nombré, de todos son muy buenas. En mi caso, no sé cuántos jugadores hay en el fútbol que tengan más partidos que yo en San Lorenzo, si vos jugás mucho tiempo en un lado, algo bien tenés que hacer. Futbolísticamente todos han dejado una marca en el club, así que excede eso.

Hablando de tu primera etapa, llegaste al club en 1997, ¿Cómo fue vivir todo el proceso de Juveniles?

Llegué después de jugar en un club de baby, el coordinar era Gabriel Rodríguez y jugamos en contra, así que le dijo a mi papá que me lleve a San Lorenzo que necesitaba un jugador como yo. La 84 de San Lorenzo ya era conocida desde Infantiles, estaba Gabi Peñalba, Lucas Nanía, Gonzalo Rodríguez, Hernán Matiuzzo, el “Marciano” Ortíz, había muchos jugadores de gran calidad. Me probé, el primer día creo que no me fue tan bien pero al segundo entrenamiento me dijo Gabriel que quedaba. Él me quería como seis, pero me ponía de lateral izquierdo para que agarre más velocidad y esté más en contacto con la pelota. Después empecé a jugar por la lesión de un compañero, cuando se recuperó se lesionó otro y ya cuando estaban todos bien, igualmente quedé en el equipo y fui titular hasta la séptima, que tuve un problema.

¿Qué pasó?

Estábamos corriendo en la pretemporada y casi me muero, tuve un desmayo por inflamación de meninges en la cabeza y estuve una semana internado y tres o cuatro meses para que me dejaran volver a la actividad, me habían dicho que había muchas posibilidades de que no vuelva a jugar. Para mí me quedé dormido en ese momento, le dije al profe que me sentía mal y me dijo que descanse debajo de un árbol, me desperté ahí con mis dos hermanos casi encima y con todos mirándome. Me subieron a un auto para llevarme al club y me agarró un nuevo ataque. Ese año me costó, estuve cuatro meses sin entrenar y fue un retroceso. Al siguiente, en el segundo semestre, comencé  a jugar de nuevo.

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Debutaste en medio de una gran camada pero también por una decisión institucional de apostar por los pibes…

Sí, fue un poco y un poco. En San Lorenzo ya había llegado el otro gran grupo de Romagnoli, Erviti, Franco, Estévez. Yo era alcanzapelotas y veía la famosa Cicloneta, que era un equipazo. Cuando debuté ya estaba en la Sub 20, a mi camada la bancó mucho Walter Perazzo, que era el DT de la Reserva y apostó por nosotros, nos ponía en lugar de los más grandes. En esa época estaba la Sudamericana, fui a un viaje con la Selección y cuando volví al Aeropuerto estaban mis dos viejos esperándome con una sonrisa de oreja a oreja. Les di mi bolso de la Selección y me dieron el de San Lorenzo porque tenía que concentrar para un partido contra River, estaba chocho. Nos bautizaron Morel, Esquivel y Benito a mí y a Mattiuzo, que dimos juntos todos los pasos, hombro con hombro. Él jugó de titular y yo entré por él en el segundo tiempo, fue hermoso llegar a ese día, que hoy está lejos pero fue lo que siempre soñé.

¿Qué te dijo el “Gallego” Insúa?

Me dijo que esté tranquilo y que piense, tenía que jugar contra el “Bichi” Fuertes y D´alessandro, pero yo les iba a dar (Risas). Tenía que demostrar todo.

Damián Luna nos contó que el “Gallego” bancó a los pibes y “fue al frente como loco” en un problema que se generó con la barra en el hotel después de la Recopa con Olimpia, ¿vos estabas?

Sí, fue en Estados Unidos, estábamos en el ascensor y creo que metió un cabezazo (Risas). “A los pibes no les digas nada, acá el responsable soy yo”, dijo, se aflojó el reloj y algo le habrán dicho porque metió un tucumano.  Un grande el “Gallego”, nos bancó un montón a nosotros.

¿Te sorprendió que no haya tenido una nueva etapa en San Lorenzo?

Es raro, siendo campeón, un jugador emblemático de la institución, que no haya tenido otra oportunidad más allá de que los resultados no acompañaron cuando se fue. Había formado un grupo de pibes, armó el plantel con los chicos del club más los refuerzos que podía traer San Lorenzo. También pasa con Gorosito… En el  fútbol pasan cosas raras, no todo tiene lógica.

¿Qué podés decir de “Pipo” como DT?

En su primer torneo yo no jugaba mucho, pasaba mucho tiempo en los Juveniles, pero nos fuimos cinco jugadores a la Selección cuando estábamos peleando el torneo con Boca… Para mí San Lorenzo hizo bien, la Selección da una vidriera y potencia a los pibes, quiere decir que el club hace las cosas bien en la formación. Lo lamentable fue que no pudimos terminar coronando con el título, el Mundial no tenía que haber sido en esa fecha. Boca no cedió a Tevez, que no lo pudimos tener en el plantel, y nos echaron dos jugadores. Pero “Pipo” tenía un gran cuerpo técnico, entrenábamos y la pasábamos muy bien. A él no le había ido mal cuando se fue, pero la gente pedía por el “Bambino”.

¿Qué recuerdos tenés del Mundial Sub20 y de tus pasos por la Selección?

Nos divertíamos mucho, con Gonza Rodríguez ya en el club éramos alcanzapelotas juntos, hasta nos metimos en la cancha desde la platea para festejar el título del 2001. Con Montillo y con Zabaleta también compartí mucho tiempo, con Pablo estuvimos un mes y medio en la habitación en el Mundial, ya no nos podíamos ni ver (Risas). Pero era divertido vivir todo eso con ellos.

¿Te sorprendió la carrera de Zabaleta?

No, ninguno me sorprendió, de hecho hay jugadores como Peñalba que se criaron en San Lorenzo y no tuvieron la suerte de debutar en el club, pero hicieron una carrera bárbara. Por más que el fútbol nos haya llevado por caminos diferentes, compartimos recuerdos y siempre nos reencontramos porque nos unió San Lorenzo.

También compartiste plantel y zaga con Paolo Montero, ¿Qué pensaste cuando llegó?

Alfaro estaba buscando un central, Walter Garcia y yo sabíamos que buscaba uno de experiencia y nosotros queríamos seguir jugando, pero estaba bajo cuatro llaves el nombre, llegó de un día para el otro. Al principio fue todo sorpresa, era algo alucinante, pero todo lo bueno que uno pensaba, cuando lo conocés, era cien veces más, es un fenómeno. Yo le rompía las bolas, le preguntaba de todo y él me hablaba tres o cuatro horas, me ayudó un montón. En la cancha también, era otro deporte al de nosotros, nos cambió la manera de jugar y nos mejoró cuando lo pusieron de líbero, nos daba indicaciones y tenía todo en la cabeza. Buen compañero, buena gente, siempre el primero para entrenar, unía al grupo, hasta ha ido con nosotros a festejar después de un partido a boliches que quizás, una persona de su calibre, no iría. Nosotros éramos todos pibes y se venía con el “Pitu”, Lavezzi, mi hermano, Ortiz y yo, estábamos en el Oeste y pensábamos qué hace este acá (Risas).

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Después de tantos años en el club, también saliste campeón en el Clausura 2007, ¿Qué llevó a ese equipo a quedarse con el título?

Veníamos mal, se fue Ruggeri, también debutaron muchos pibes de otra camada que se venía y terminamos perdiendo con Quilmes 4 a 2, que se armó el caos. Ahí contrataron a Ramón, la gente estaba contenta y la verdad que trajo tres jugadores, nos dio confianza, que fue determinante porque es un gran motivador, y el equipo caminó. Quizás no era tan vistoso como otros pero era ganador, te hacía un gol y chau, ganamos siete partidos uno a cero. Russo, que vino después, nos contó que ellos escuchaban nuestros partidos a ver si tropezábamos pero cada vez que hacíamos un gol, apagaban la radio. Y adelante teníamos unos nenes… (Risas). Era disfrutar, evitar que nos hagan un gol y dárselas a ellos que una iban a meter, estaban en un nivel altísimo, igual que el “Lobo” Ledesma que manejaba todo. Hirsig era una rueda de auxilio, los dos por afuera hacían surcos, Tula hizo cinco goles como lateral y si no estaba él, estaba Adrián. Los suplentes estaban mejor que los titulares y lo demostró la “Gata”. Ese mérito es del entrenador por el grupo que formó, hubo momentos muy épicos, se sentía que algo estaba pasando.

En el 2008, se te salió la cadena en un partido que después quedó grabado en la historia, ¿Había pica con Falcao después de lo del Gallego Méndez?

Sí, venía de los amistosos, que ya se había agarrado con Orión. Venía la pica de antes, es un delantero vivo porque te hacía sacar, era bravo y levantaba los codos, metía la planchita, y ese partido lo lesionó al “Gallego”. Íbamos perdiendo, quedábamos afuera y echaron al “Burrito”, toda esa adrenalina me jugó en contra. Eso fue una boludez terrible, una cagada enorme de mi vida. Todo el mundo me pregunta por ese partido porque fue épico, pero yo no tengo recuerdos agradables, después de la expulsión bloqueé esa noche de mi cabeza.

¿Qué le dijiste a Bergessio después del partido?

Ni siquiera sé si le agradecí o algo, sólo recuerdo que vino Ramón y me tocó la cabeza como diciendo que me quede tranquilo, que habíamos ganado. Llegué adentro del vestuario y estaban el “Burrito” y el “Gallego”, que me dijeron que me siente ahí con ellos después de la roja. Es lo único que me acuerdo.

¿Cuál fue el mejor plantel que integraste?

El título condiciona muchísimo, además estaba con mi hermano, así que creo que el del 2007, que fue muy bueno. Y el último peleando el descenso también lo era, Carlos Bueno, Gigliotti, Ortigoza, Salgueiro, Buffarini, era un muy buen plantel.

¿Y el mejor compañero en cuanto a lo futbolístico?

El “Pipi” de antes de irse a México, cuando apenas empecé. Ese jugador era increíble, era darle la pelota y giraba con la marca atrás, era imposible de entender. De hecho yo no se la daba cuando venía con la marca y me puteaba tanto que se la empecé a dar, ahí veía que hacía todo fácil. Después se la daba todo el tiempo, era pensar dónde está el Pipi cada vez que la agarraba (Risas).

¿El mejor compañero de zaga?

Y, el “Gallego” es un amigo, pero tengo que elegir a Gonza Rodríguez. Jugamos desde Prenovena juntos, nos mirábamos y ya nos conocíamos. Me hubiese gustado compartir más partidos con él en Primera.

¿El mejor entrenador que tuviste?

Primero, Simeone. En cuanto al hacerte llegar la idea, la disciplina que inculcaba el grupo y lo que era él como persona, que hacía lo que decía, estaba un escalón por encima del resto. Y después lo pongo a Ruggeri por cómo se plantaba frente al plantel, por la presencia que tenía. Tercero, “Pipo”.

¿Te gustaría seguir ligado al fútbol después del retiro?

Sí, ser entrenador o manager, no lo tengo decidido. Me estoy preparando para las dos cosas, el curso de DT ya casi lo tengo liquidado y el de manager lo estoy terminando este año. En base a eso, el día de mañana voy a ver.


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