Martín Saric, un trotamundos vestido de azulgrana: “San Lorenzo es mi casa”

Un recorrido por su diversa y exitosa carrera, marcada por cientos de anécdotas, en la que muchas veces se puso a prueba su honestidad. Su amor por San Lorenzo, el retiro a una temprana edad y la Vuelta a Boedo, ese sueño que lo deja sin palabras.


La carrera de Martín Saric nació en su casa, en San Lorenzo, pero por esas cosas del fútbol y la vida, la gran mayoría de sus años ligados a la pelota se desarrollaron a miles de kilómetros. Lejos, muy lejos, pero siempre con el corazón en Boedo.

Con pasos por países como Eslovenia, Rumania y su gran amor, Croacia, su carrera se vio marcada por cientos de anécdotas: entre ellas, situaciones que pusieron a prueba su honestidad y que lo llevaron a, directamente, agarrarse a piñas con compañeros desleales y entrenadores con principios “dudosos”.

Hombre de carácter, en diálogo con Proyecto Boedo, Martín recorrió su diversa y exitosa trayectoria, habló de las lesiones que lo obligaron a retirarse muy temprano y de la Vuelta a Boedo, ese sueño que lo deja sin palabras.

¿Cómo fue que empezó tu camino en San Lorenzo y la relación con el club?

Arrancamos desde muy chiquitos y la pasión comenzó por el sentido de pertenencia que nos inculcaban los técnicos y los profes. Ir los domingos a los partidos, de visitante y de local, era una fiesta. Yo cuando era muy chico, en Infantiles, era muy vago y bravo, hasta que un DT, que hoy es un amigo, Gustavo de la Llera, me dijo: “Tenés condiciones, pero si no te pones las pilas y entrenás, te vamos a dejar libre”. Fue la persona que me  marcó para llegar a ser un jugador profesional, porque ese día hice un cambio rotundo y empecé a dar lo máximo. El club mismo generaba esa pasión, era diferente, te hacían ver que era hermoso y te empujaban a dar todo para llegar a Primera.

¿Te acordás de la primera vez que fuiste a la cancha como hincha?

Si, ¿Cómo no me voy a acordar? Íbamos a la popular y a mi viejo mucho no le gustaba porque yo era bastante quilombero y pensaba que quería ser barra brava. Estábamos cada partido de local o de visitante, en todos lados. Después, cuando Mirko empezó a jugar en Reserva, seguíamos yendo a la popular, la pasión no se pierde nunca. Imaginate que yo estaba en Croacia, en Zagreb, y en mi club salimos campeones con una diferencia abismal, pero los jugadores antes de salir a la cancha tenían una amargura bárbara, estaban todos sentados. De ahí me fui a otro equipo y lo mismo, el vestuario era un velatorio. Así que me bajé todas las canciones de San Lorenzo y todos los partidos me ponía los auriculares los últimos cinco o diez minutos antes de salir a la cancha. Los pibes me miraban y pensaban que estaba enfermo, pero a mí me motivaba y no sabés lo que me servía. Son las locuras de ser hincha y llevar la pasión adentro.

¿Qué dirías si tuvieras que definir lo que significa San Lorenzo en tu vida?

San Lorenzo es mi casa. Más allá de lo sucedido con mi hermano, se hizo muy fuerte la relación con la gente del club y siempre  me abrieron las puertas. Cuando estaba en Eslovenia viví una situación con el sponsor que nos pagaba el sueldo, así que volví a entrenar hasta irme a la MLS. En otra época también, cuando salí de Chicago, estuve unos días en San Lorenzo. Siempre me recibieron, es todo.

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En tu carrera te tocó jugar en muchos países…

Si te tengo que contar, podemos estar hablando una semana. (Risas) De San Lorenzo me fui a México, después a Paraguay, volví a Argentina para jugar en Chicago y me fui a Zagreb, en Croacia. De ahí a Rijeka, luego tuve un paso por Rusia pero por un tema con un técnico, que se quería llevar parte de mi contrato, me fui a Eslovenia. Me compró un equipo de Israel, fui a Rumania, volví a Israel, a Eslovenia, pasé a la MLS y terminé mi carrera en Paraguay.

¿Te tocó vivir alguna situación atípica?

Me acuerdo una particular, en Rumania. Viajamos, llegamos al hotel, entrenamos, y el viernes, antes de irme a dormir, me enteré que el partido del día siguiente estaba perdido, que había que perder. Así que cité a todos en la habitación, hablé y dije lo que había escuchado: “Yo estoy haciendo un esfuerzo enorme, vengo de Argentina y quiero triunfar, esto para mí no existe, si alguno mañana no deja todo en la cancha, vamos a estar mal”. Al otro día, en el primer tiempo íbamos 1 a 0, después 1 a 1 y 2 a 1. Yo veía que el entrenador estaba nervioso, y un compañero, que era lateral izquierdo, me dijo “Ojo”. Lo agarré del cogote y le dije: “Te llegás a mandar una cagada y te arranco la cabeza”, me volví loco. Al final ganamos y el DT no estaba muy contento, me peleé con él y con los que vendían los partidos, hasta me agarré a piñas con el capitán.

¿Supiste quienes estaban metidos en el tema?

El capitán estaba incluido con el técnico y tres jugadores más. Eran cinco personas que analizaban toda la liga y arreglaban con quién se podía ganar, con quién perder y así. Cuando me enteré de eso, decidí no jugar y el DT estaba re contra caliente. Todos los extranjeros tomaron la misma posición, por lo que al otro día, cuando fuimos a entrenar, el técnico dijo que los que estaban lesionados no podían entrar al vestuario hasta que se recuperen, así que agarré mis cosas para irme. Ahí me dijo que espere a que termine de hablar y le dije: “Me voy ahora y después hablamos nosotros dos a solas”. Después nos juntamos en el vestuario, imaginate como terminó la charla… Ese fue mi último día en el club, decidí irme. Yo estaba muy bien ahí, cobraba un buen contrato y premios muy buenos, pero no podía pensar en mi bienestar económico con algo que no iba conmigo. Tengo varias más así…

Quiero saber alguna más…

Tengo una en Eslovenia contra un argentino, te juro que no me acuerdo el apellido. Lo re contra cagué a trompadas porque me llamó en la semana para que hable con mis compañeros y vendamos el partido, justo a mí…  Yo tenía cinco amarillas, ellos estaban jugando por el descenso y nosotros por entrar a las copas. Lo primero que hice fue llamar al técnico, lo puse en tema, y el resultado fue 1 a 1. Cuando terminó, el chico este salió y me dijo en español: “Para vos, la concha de tu madre”. Me metí en mi vestuario, me cambié y lo esperé afuera. Terminamos mal, nos re cagamos a trompadas. Era una locura, yo estaba con un compañero argentino, el “Loco” Sacripanti, y nos estábamos pegando entre tres argentinos en Eslovenia, imaginate eso. Después me metí en el micro de ellos y le fui a pegar de vuelta. Soy muy sanguíneo y esas cosas no las tolero.

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Antes hablábamos de Croacia, vos tenés una relación muy particular con ese país…

Mi familia por parte materna y paterna son croatas, de los dos lados. De parte de mi papá eran de Bugojno, que hoy sería Bosnia y Herzegovina, pero antes era Croacia. Mis abuelos eran revolucionarios, defendían y luchaban por su país. Hay una historia muy grande detrás de todo esto, yo me siento un croata nacido en la Argentina, amo a los dos países. Mi abuelo murió en la guerra, mi abuela se tuvo que escapar disfrazada de musulmana a Zagreb, donde nació mi papá. Al hermano de mi abuela también lo mataron en la guerra y lo tiraron vivo a un pozo de cal. Todas esas historias que me fue contando ella, cuando me quedaba miles de horas escuchándola, me llegaron mucho, lo siento muy adentro. Por eso también me fui a jugar allá, quería saber de dónde eran mis raíces, hablar el idioma, que es bastante difícil pero hoy lo hablo y escribo perfecto.

¿Las ofertas llegaron de casualidad o vos buscaste llegar al fútbol de Croacia?

De casualidad, acá la comunidad se juntaba mucho, siempre se conectan y mi papá trabajaba en una empresa de turismo. Todos los años iban a la virgen de Medjugorje y él viajaba como traductor. El dueño del hotel donde paraban era amigo del dueño del equipo al que yo fui primero en Zagreb, así que le mostraron mi video y al entrenador le encantó, por lo que me hicieron un contrato de cuatro años. Mi hija Agostina, que ahora va a cumplir 17 años, nació en Croacia, pero de casualidad: mi ex mujer es Argentina, fue la primera vez a visitarme y quedó embarazada, no estaba en los planes.

Entre todas las vivencias en Croacia, enfrentaste a Luka Modric…

Si, fue en un amistoso. Ya sus características eran diferentes, jugaba muy bien. Era chico, nosotros estábamos en Primera División y jugábamos amistosos con equipos de Segunda División para agarrar ritmo.

Volviendo al tema de tu carrera futbolística, te tocó retirarte muy joven por las lesiones, ¿Cómo fue ese momento?

Sufrí mucho, físicamente siempre me sentí muy bien, al margen de la rodilla derecha. En la izquierda me rompí ligamentos cruzados y meniscos en Croacia. Cuando mi ex mujer estaba embarazada de siete meses, fuimos al médico y quedó internada porque estaba con dolores. Fue un momento muy difícil, estábamos solos, éramos muy jóvenes y ese fin de semana, en un partido con el Dinamo Zagreb, me venían a ver de un equipo de Alemania por medio de Davor Šuker, pero me rompí la rodilla ese día… La otra rodilla fue en Rumania: llegué, firmé contrato, y en el primer entrenamiento me rompí. No me querían pagar, así que llegué a un arreglo para que no me paguen el contrato hasta que me recupere, pero sí me tenían que bancar la recuperación y la rehabilitación, mientras yo me venía a la Argentina. Lo que me hizo bastante mal, después de eso, fue cuando me fui a jugar a la MLS, que entrenábamos hasta mayo en sintético, no es para nada bueno y menos cuando ya tenés problemas de rodilla. Ya me estaban apareciendo lesiones que no había tenido nunca, no podía estar al 100%. Cuando me fui a Paraguay, ya ni aguantaba el día a día, era un sufrimiento. Tenía 32 años y fue duro, pero decidí dejar.

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Hace algunos años te sumaste al Fútbol Senior de San Lorenzo, ¿Qué opinás de la disciplina?

Sí, me sumé al grupo hace más de cinco años. No es lo mismo jugar un partido y descansar seis días que el entrenamiento de alto rendimiento, pero llegó un momento en el que me volví a romper la rodilla, que no me di cuenta cuándo ni dónde, por lo que me pusieron de técnico. Si a veces puedo jugar un rato, me pongo una cinta y entro, pero sufro mucho después. De hecho, me tengo que operar ahora pero lo estoy estirando bastante.

¿Considerás que es una buena forma para poder afrontar el retiro?

El Fútbol Senior es algo hermoso, es reencontrarte con tus compañeros de Inferiores, con los que fueron tus ídolos. Hoy compartir un vestuario o una cancha con Galetto, Monserrat, Gorosito o el “Beto” Acosta, que para nosotros eran lo máximo, es una locura. También con el “Pipa” Estévez o Félix Benito, que son mis amigos. El “Roly” Escudero, el “Colorado” Lussenhoff, que es un fenómeno, Paulo Silas, que a veces viene y siempre estamos en contacto porque tenemos un grupo, no me quiero olvidar de ninguno. Te digo la verdad, hoy dejar de jugar y sumarse al Fútbol Senior, sirve porque es una vez a la semana y la pasás espectacular. Igual, a partir de este año se hizo un Súper Senior, que es más de 45 años, y un Senior, de más de 35. No te puedo explicar el nivel y la dinámica que hay, yo, por como estoy con la rodilla, ahí no puedo jugar. Es todo pasión y amor por la camiseta la disciplina, por defender los colores que uno ama.

Además de los que ya nombraste, ¿El fútbol te dejó otros amigos a lo largo de tu carrera?

Tengo un montón de amigos del fútbol, un montón. El “Pipi” Romagnoli, Romeo, mis amigos de Inferiores, como Bruno Calabria o Antonelli, que son de toda la vida, Guillermo Franco, que hoy vive en México. Catriel Senger, que en la casa tiene un quincho con las camisetas de cada uno de la categoría, y una vez por mes nos juntamos a comer un asado ahí. Es muy lindo disfrutar esas cosas. Son muchísimos.

Ya hablamos de tu pasión por San Lorenzo, ¿Qué significa para vos la Vuelta a Boedo?

Cuando me lo preguntaste, me volvió a pasar lo mismo que cuando hablé de Croacia. Se me eriza la piel. Un poco viene por mi viejo también, que me contaba todas las historias de lo que era el Viejo Gasómetro. Que hoy en día se haga realidad, me volvería loco. Yo fui alcanzapelotas en la inauguración del Nuevo Gasómetro, pero si llegamos a lograr tener el estadio en Avenida La Plata, sería inexplicable, lloraría de una manera increíble.

¿Cómo viviste la toma de posesión del predio el 1 de julio del 2019?

Ese día fue terrible, la cantidad de gente, familias, no tengo palabras para describirlo. Le agradezco siempre a la gente que realmente se ocupó para lograr lo logrado, son enormes. Muchos trabajaron detrás de esto. Ojalá que el día que se dé, estén ahí, presentes, y que sea una fiesta.

El “Gringo” Scotta nos dijo que si se hace el estadio en Boedo y Dios le da salud, entraría de rodillas, ¿Vos que estás dispuesto a prometer?

Cualquier cosa, si el “Gringo” entra de rodillas, yo tengo que entrar rodando. (Risas) Espero disfrutarlo del lado que me toque, con la familia de San Lorenzo. Hablarlo me genera un montón de sensaciones en el cuerpo. Me encantaría vivirlo, ir con mis hijos, sería algo único.

Por Federico Giannetti

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