Sabio del fútbol y de la vida: Elba de Padua Lima, “Tim”

Víctor Gabriel Pradel.


“El fútbol es como una manta corta: si te tapás la cabeza te destapás los pies; y si te cubrís los pies te destapás la cabeza”, Elba de Padua Lima, “Tim”.

Al sabio maestro brasileño, técnico de los Matadores de 1968, le bastó un simple silogismo para definir lo que a otros les costaría años explicar. La histórica frase quedó inmortalizada y hoy, más de 50 años después, se aplica no solo al fútbol; también a la vida misma (incluso muchos la repiten sin tener idea de quién es el autor).

Elba de Pádua Lima, nació el 20 de febrero de 1916 en Rifaina (San Pablo) y murió el 7 de julio de 1984 en Río de Janeiro. Como futbolista, fue un insider izquierdo extraordinario: estratega cerebral, de gran despliegue y dueño de una hábil gambeta. A los 15 años ya jugaba en la primera del Botafogo de Ribeirao Preto y a los 19 debutó en la Selección de Brasil.

En 1937 paseó su calidad futbolística por el césped del Gasómetro de Avenida La Plata, sede del Campeonato Sudamericano de aquel año. Tim fue el conductor del equipo brasileño que en la final continental cayó derrotado por Argentina. No imaginaba que 30 años después volvería al Templo de Boedo para conquistarlo. En 1938 estuvo presente en el Mundial de Francia y en 1942 en el Sudamericano de Montevideo. Fue ídolo del Fluminense, club con el que ganó cinco campeonatos.

Su carrera como entrenador comenzó siendo aún jugador, donde se había iniciado, el Botafogo de Ribeirao Preto. Luego cumplió la misma doble función en el Olaria de Río de Janeiro y en el Junior de Barranquilla. Tras colgar los botines se dedicó de lleno a la dirección técnica, en el Bangú.

Mirá también: Aquí están, estos son, los DT de Selección que dirigieron al «Ciclón»…

En 1956 intentó fichar a un joven llamado Edson Arantes Do Nascimento. La madre de quien luego sería conocido como Pelé, se negó por no querer mudarse lejos y aceptó que su hijo firme con el Santos, a instancias de su descubridor Waldemar Do Brito, otra gloria de San Lorenzo. Las vueltas de la vida, cruzarían años después nuevamente los caminos de Pelé y Tim: el gran entrenador dirigía al Santos, cuando Pelé se despidió del fútbol brasileño en 1974.

Tim regresó a Fluminense donde reeditó el éxito que tuvo como futbolista, al consagrarse campeón como DT, en 1964. Tres años después llegó a San Lorenzo. Debutó el 24 de septiembre de 1967, por el Torneo Nacional. San Lorenzo goleó 5 a 1 a Chaco For Ever en el Gasómetro. Dirigió las últimas 10 fechas de ese campeonato; una de ellas fue la gloriosa tarde que el Bambino Veira le metió 4 goles a Boca.

Se encontró con una base de notables futbolistas: Buttice, Calics, Albrecht, Rendo, Telch, Tojo, Veira, Doval, Pedro González, Fischer, etc. A principios de 1968 llegaron cuatro refuerzos de jerarquía que terminaron siendo titulares (Villar, Rosl, Cocco y Veglio) y nació el equipo perfecto: los Matadores, el primer campeón invicto del fútbol argentino.

Tim trajo el típico y tradicional estilo brasileño, de toque y pelota al piso, pero preocupándose en destacar que los jugadores debían rotar y que siempre la pelota tenía que ir para adelante. Y su mensaje convenció a propios y extraños: «No me gusta el fulbito, quiero y exijo la pelota entregada para adelante, siempre para adelante. ¿Para qué sirve el pase cortito hacia el costado o hacia atrás? No sirve para nada, solo para lucimiento personal del jugador. El fútbol ofensivo es el único que existe, es el que se juega hacia adelante. Mi primera preocupación es exigirles que jueguen para adelante. ¿Les gusta el circo? Primero matamos y después hacemos circo si quieren»

Y San Lorenzo los mató a todos…

Al llegar le advirtieron de la fama de indisciplinados que tenían los muchachos del plantel. Dijo que no quería usar el látigo con los jugadores y los manejó bastante bien. Los hizo concentrar en el Hotel Regis, en pleno microcentro porteño (de allí salía el micro manejado por el mismísimo Batman Buttice). Comían un menú a la carta en un restaurante, cerca del Teatro Maipú. Toscano Rendo, que era casado, le pidió que lo deje dormir en su casa. Tim lo dejó, por supuesto. Y si alguien quería ir al cine o ver un partido del ascenso iba. Creía en la concentración, no en el encierro. Les daba libertades, fuera y dentro de la cancha.

Fumador empedernido, su tono sereno para comunicar, sin levantar la voz, transmitía tranquilidad a sus dirigidos. “Tim no necesitaba de grandes discursos para hacerse entender. En el entretiempo nos daba tres o cuatro indicaciones precisas y era suficiente para cambiar un partido.”, contó el Gallego Rosl. Para hacerlo aún más sencillo utilizaba unas chapitas para graficar esas indicaciones. Alguna vez el Bambino le mezcló las chapitas y Tim, lejos de enojarse, festejó la ocurrencia y dijo: “Jueguen como saben”

Mirá también: Aquí están, estos son, los DT de Selección que dirigieron al «Ciclón» – Parte 2

La gran mayoría de los Matadores (por no decir todos) siempre afirmaron que fue el mejor técnico que tuvieron. El Sapo Villar dijo: “El brasileño te hacia sentir feliz y contento.”; el Lobo Fischer afirmó: “Fue un gran maestro, un señor en todo el sentido de la palabra. Sacaba lo mejor de cada uno de nosotros.”; y el Gordo D’Alessandro no tiene dudas: “Tim era un sabio. Si quisiera hablar de fútbol, lo reviviría para hablar con él.”

El Toti Veglio contó una anécdota reveladora:

«En los Matadores, Sconfianza era suplente de Calics, pero Tim lo felicitaba en las prácticas, lo palmeaba y le decía: ´¡Qué bien, Sconfianza!’ Hasta que un día Sconfianza se calentó y le preguntó. ´Tim, usted me felicita, pero ¿cuándo voy a ser titular?’ Tim lo tomó del hombro: ´Sconfianza, ¿usted quiere saber por qué no juega y sí juega Calics? Le explico: Villar sale jugando por la derecha, toca, pone la cola, cubre la pelota; Albrecht sale jugando y tocando; Rosl, por la izquierda, también. Usted sale tocando. ¿Calics? La para con el pecho y le pega de puntín para arriba ¡Me la saca del área! Si no lo hace nos quedamos jugando en nuestra área todo el partido…’»

El concepto de la “manta corta” de Tim es claro: se trata de encontrar el equilibrio. Para ello el sistema de juego debe ser flexible, no someterse a la rigidez inamovible de aferrarse a un único método. “Yo quiero tipos que agarren para cualquier lado. Por la punta o por el medio. Que no se queden quietos…”

San Lorenzo fue una máquina, pero en una época donde el paradigma del triunfo lo encarnaban equipos más rústicos y combativos, los Matadores pusieron una cuota de belleza y espectáculo. Un conflicto de la AFA con la Confederación Sudamericana privó a aquel equipo de participar de la Copa Libertadores de 1969, edición que ganó Estudiantes de La Plata, a quien San Lorenzo le había ganado la final del Metro ’68, poniéndole el broche de oro a una espectacular racha invicta que se extendió a 24 partidos (26 si se suman los últimos dos encuentros del Nacional ’67).

Lamentablemente la racha se cortó en el Nacional ’68. La AFA contribuyó desmantelando a San Lorenzo, citando jugadores como Albrecht, Rendo, González, Veglio y Fischer, para que la Selección juegue amistosos intrascendentes. El equipo no repitió el brillante funcionamiento del Metropolitano y quedó a 4 puntos del  primer puesto. El 15 de diciembre de 1968, por la última fecha del campeonato, San Lorenzo le ganó 3-2 a Los Andes en el Gasómetro. Fue la última vez que Tim se sentó en el banco del Ciclón. Dirigió 43 partidos, ganó 23, empató 13 y perdió 7, con un promedio de efectividad del 63,57 %.

Finalizado su contrato, volvió a Brasil, para dirigir al Flamengo. Se llevó al Loco Doval (otro que dijo que Tim fue el mejor técnico que tuvo), el fabuloso crack que hizo historia en el fútbol carioca (y lamentablemente no pudo ser parte de los Matadores por una suspensión). En 1972 Tim dirigió a otro grande de Brasil, el Botafogo de Río de Janeiro y pidió la contratación de otro prócer azulgrana, el Lobo Fischer, que terminó siendo ídolo del Fogao.

A fines de 1980 hubo elecciones en San Lorenzo. La lista que ganó, había anunciado la intención de repatriar a Tim, para que trabaje junto a Victorio Cocco en la conducción del equipo. Finalmente eso nunca ocurrió. Algunos cuestionaban al maestro por su veteranía. Pero pocos meses después asumió como técnico de la Selección de Perú y logró clasificarla para el Mundial de España 1982, venciendo a la Colombia de Bilardo y a Uruguay en el Centenario. Incluso en la Copa del Mundo, logró empatar 1-1 con Italia, a la postre el campeón del máximo certamen.

A la luz de estos resultados, quién sabe si su regreso no hubiese cambiado la historia del club en aquel nefasto 1981…


Mirá también: Héctor Rodolfo Veira, el Gran DT

5 comentarios

Deja un comentario