Roberto Resquín, el DT que se ofreció a dirigir gratis a San Lorenzo

El presidente Moisés Annan comenzó su nefasta gestión el 6 de julio de 1978. Su primera medida fue despedir al entonces director técnico, Roberto Oscar Resquín. El día que lo echaron, Resquín le dijo a Annan: “Usted tiene que cuidar el Gasómetro, que es un monumento al fútbol; y esforzarse para que el equipo se mantenga en Primera”. Sólo tres años después, San Lorenzo ya no tenía cancha y se había ido al descenso.

Nació en el barrio de Caballito, el 4 de marzo de 1929. Se inició en las inferiores de Ferrocarril Oeste y saltó de la Quinta a la Primera, donde debutó con sólo 17 años, en 1946. En Ferro jugó 44 partidos y convirtió un gol. En 1948 pasó a San Lorenzo, que pagó 70.000 pesos más el pase de 5 jugadores, entre ellos el wing Tablada, integrante del campeón del ’46. Su debut fue el 20 de junio de 1948 en un partido contra Estudiantes en el Gasómetro. Jugaba de half derecho. El dueño de ese puesto era una gloria del club, el histórico Ángel Zubieta, que en ese momento no jugaba porque estaba negociando su contrato con los dirigentes. Las buenas actuaciones de Resquín lo afianzaron en el equipo y el notable capitán vasco pasó a jugar de fullback cuando regresó. La huelga de jugadores profesionales que afectó al fútbol argentino en el ’48 provocó el éxodo de varias figuras que emigraron al exterior. San Lorenzo fue uno de los clubes más perjudicados y en ese éxodo se fue el gran centro half Ángel Perucca. Entonces Resquín ocupó ese lugar en la media cancha y ya no lo iba a abandonar durante las nueve temporadas que defendió la camiseta azulgrana.

En un reportaje que le hicieron en 1982, para la obra “Historia verdadera de San Lorenzo de Almagro” describió su posición en el campo y sus características técnicas: “Yo jugaba de volante, marcaba al 10 rival y eso porque en esa época San Lorenzo marcaba al revés. Vendría a ser un 8 de ahora. Pero después pasé a jugar de 5 pero más ofensivo que el 5 de ahora. Era un hombre de llegada, le pegaba mucho de media distancia y con las dos piernas, y esos escasean ahora”.

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A lo largo de su campaña en el club, jugó 134 partidos y convirtió cuatro goles. El primero de ellos inolvidable. Fue en el Templo de Avenida La Plata, el 15 de mayo de 1949, en una contundente goleada 4 a 1 sobre Boca. Sólo habían transcurrido 30 segundos de juego cuando a la salida de un córner, Roberto Resquín sacó un potentísimo disparo que se clavó a media altura e inició la goleada sobre el clásico rival. Un mes después convirtió su segundo tanto, a Platense. Sus otros gritos fueron contra Newell’s Old Boys en 1955 y frente a Gimnasia en 1956.

Tuvo una destacada actuación en la gran gira que hizo San Lorenzo por Europa entre fines de 1949 y principios de 1950. Le convirtió un gol al Athletic de Bilbao en el mítico estadio San Mamés, en la victoria azulgrana 3 a 2. Le marcó también al Racing de Santander en el Sardinero, en otro triunfo del Ciclón, 3-2 y fue el autor del tanto con el que San Lorenzo derrotó al Porto de Portugal, 1-0 en Lisboa.

En 1952, en una gira por Bolivia, llamativamente jugó de insider izquierdo (número 10) y lo hizo con éxito: convirtió tres goles en la goleada 4 a 1 sobre The Strongest, en la altura de La Paz. Un año después tuvo el honor de salir en la tapa de la revista “El Gráfico”, en el número 1761, correspondiente al 8 de mayo de 1953.

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En 1957, luego de una extensa trayectoria en San Lorenzo, le dieron el pase libre, a cambio de una deuda de 150.000 pesos que el club tenía con él. Emigró a México, donde jugó siete años. Allí viajó con su esposa y madre de sus dos hijos, la cantante Rosa Berón, integrante junto a su hermana Elba del conocido dúo folklórico “Las Hermanas Berón”. Al respecto aclaró: “Como mi mujer era cantante todos creían que salía mucho de noche; y para nada…”. Finalizó su carrera en México a fines de 1963. Entonces retornó a Buenos Aires y abandonó el fútbol, con sólo 33 años.

En 1964 inició su carrera como técnico dirigiendo a Argentinos Juniors; y en 1965 volvió a Boedo, esta vez para calzarse el buzo de entrenador. Su ciclo sólo abarcó nueve partidos. Al mismo tiempo los dirigentes, a sus espaldas, estaban haciendo gestiones para contratar a Juan Carlos Lorenzo, por entonces en Italia. Tras esta falta de ética y de respeto, Resquín, muy decepcionado con los directivos, tuvo que dejar su cargo. Al año siguiente volvió a dirigir a AAAJ, en el ’67 se fue a Unión, en el ’68 a Banfield, en el ’69 otra vez a Argentinos y en 1970 viajó a Colombia, donde triunfó como DT del Deportivo Cali. Salió campeón y consiguió un récord que aún hoy perdura en el país cafetero al ganar 14 partidos en forma consecutiva. En 1972 fue contratado por el Nacional de Quito y en 1973 asumió la dirección técnica de la Selección de Ecuador, para dirigir en las eliminatorias del Mundial de Alemania ’74. De regreso en Argentina, en el ‘76 trabajó en Instituto y en el ’77 en Atlético Tucumán.

A fines de ese mismo 1977, en diciembre, el por entonces presidente de San Lorenzo, Fernando De Baldrich, tuvo un conflicto con el director técnico, el ex integrante de los Matadores Oscar Calics. Intentó imponerle unos jugadores recién incorporados, Calics no aceptó la presión y renunció, pocas fechas antes del final del Torneo Nacional. El Coronel De Baldrich, urgido por la necesidad, recurrió a Roberto Resquín, quien le dijo que iba con una sola condición: lo dirigía gratis. Eso era imposible, pero ante la insistencia aceptó firmar por un contrato bajo. Así declaraba en la revista “El Ciclón”, en su edición del 27 de diciembre de 1977:

“Si asumí esta responsabilidad es porque siento el fútbol muy adentro y porque San Lorenzo necesitaba ayuda. Y aquí estoy para servir a San Lorenzo. Sé que San Lorenzo estaba desesperado y en ningún momento intenté sacar una ventaja monetaria; el club significa mucho en mi vida, mi hijo es fanático, yo ya tuve mi paso como jugador y también como técnico. En esta nueva etapa pienso dar todo lo que sé”.

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Resquín dirigió los últimos 5 partidos del Nacional ’77 y los primeros 16 del Metropolitano ’78. Tras el receso por el Mundial que ganó Argentina, De Baldrich abandonó la presidencia del club y propició una lista de unidad con un hombre extrapartidario al frente, el comerciante textil Moisés Annan. Apenas asumió, Annan expresó su intención de cambiar de entrenador. Y una vez más, las autoridades del club que tanta amaba lo volvieron a utilizar. Tomaron la decisión de rescindirle el contrato pero no le dieron carácter oficial para que Resquín siguiera entrenando al plantel hasta no tener un sustituto. El técnico trabajó toda la semana, hasta que el viernes a la noche llegó su reemplazante, Adolfo Pedernera, quien el domingo salió a la cancha.

Continuó su carrera como entrenador en el Bonita Banana de Ecuador. Tuvo un paso por Banfield en 1980 y ese mismo año volvió a México. Dirigió al León y debutó en un amistoso con una victoria 3 a 2 sobre el Argentinos Juniors de Diego Armando Maradona. Regresó al país y en 1982 siendo técnico de Deportivo Morón, enfrentó a San Lorenzo. En 1984 volvió a Instituto y en el ’85 asumió en Villa Dálmine. Logró la victoria más importante de la historia del equipo de Campana al ganarle a Racing en el torneo de Primera B. En Dálmine se quedó dos años y dirigió a un símbolo azulgrana, el legendario Gringo Scotta. Entre otros jugadores del plantel violeta estaba José “Pepe” Basualdo. El ex jugador de la Selección Argentina contó que Resquín intentó llevarlo a San Lorenzo pero los dirigentes le dijeron que no estaban interesados en futbolistas del ascenso. Un par de años después, Basualdo jugó la final del Mundial ’90.

Esa anécdota pinta de cuerpo entero el corazón azulgrana de Roberto Resquín, quien aun alejado del club trataba de colaborar. Siempre fue un agradecido al Ciclón. “Esta casa donde vivo en Buenos Aires la pude comprar gracias a San Lorenzo”, decía, y solía repetir: “Si fui alguien en el fútbol se lo debo a San Lorenzo”.

Roberto Oscar Resquín falleció el 25 de julio de 2007, a los 78 años de edad. Cuando se retiró de la práctica activa del fútbol profesional era muy joven. Tenía sólo 33 años. Al respecto, emitió una declaración que debe enorgullecer a todos los cuervos: “Siempre pensé que era bueno retirarse a tiempo y no tenía sentido seguir hasta dar lástima. Por lo tanto, como yo ya había jugado en San Lorenzo y eso era lo máximo que quería, dejé”.

Por Víctor Gabriel Pradel

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